Historia
Los hospitales desde sus orígenes mismos, en la Roma Imperial, en el Bagdad Islámico y en el medievo occidental y cristiano Y en nuestro hospital de Jesús y el Hospital Pueblo de Obispo Vasco de Quiroga- Han jugado un papel de suma importancia para el entorno donde se encontraban asentados.
Así por ejemplo al mencionar París, asociamos a la ciudad Luz el célebre L' Hotel - Dieu, el Hospital mayor, con el Milán, El Hospital de Santa María Nuova, con Florencia; el Hospital de los Huérfanos, en Viena; el Hospital Carolino de Praga; el Hospital de Guadalupe, en Santiago de Compostela. En nuestro país, los Hospitales de Jesús, el Hospital Juárez y el Hospital General; en Culiacán - Todas las proporciones guardadas -, los Hospitales del Carmen y Civil, representan una parte importante de la historia de la ciudad de Culiacán y del Estado de Sinaloa.
Así lo entiende el historiador y cronista de Culiacán, Gilberto López Alanis, quien en varios trabajos ha destacado la importancia histórica que para la ciudad tienen los viejos Hospitales del Carmen y Civil, amén de la importancia asistencial, docente y científica que ésta ultima ha tenido a lo largo de su existencia.
Es conveniente preservar la memoria de éste viejo nosocomio, antes que el velo del olvido lo cubra para siempre. No es otra la intención de este modesto trabajo que el dar inicio a lo que en el futuro podría ser una historia del Hospital Civil de Culiacán.
Los Origenes
El antecedente inmediato del Hospital Civil lo encontramos en la Vieja Casa de Beneficencia, institución asistencial pública en contraposición del Hospital del Cármen, institución de carácter religioso y privado, fundado por el prestigiado médico y educador
Don Ruperto L. Paliza a principios de Siglo, y del cual fueron directores médicos prestigiados, además del ya mencionado Dr. Paliza, los doctores Ignacio Praslow, Ramón Ponce de León, Bernardo J. Gastelum, Nicolás Vidales y Benjamín Salmón, entre otros.asd
La Casa de Beneficencia fue establecida en pleno auge del porfiriato, representado en Sinaloa por su compadre, el General Francisco Cañedo y era parte del proyecto de salud y asistencia en la entidad.
El Hospital o Casa de Beneficencia, era una institución sostenida en parte, por la caridad pública. Lo atendían monjas, que no tenían ningún conocimiento de la enfermería y más bien se limitaban a preparar y servir la comida a los enfermos y a sobarlos y a rezarles para aliviar sus dolores.
Esta Institución asistencial médica, estaba situada en la vieja calle de la sirena o del pescado, hoy General Ignacio Zaragoza, en el lado norte entre las avenidas Rubí y Morelos. Era un viejo Caserón tétrico a donde acudían los menesterosos de la ciudad en busca de alivio para sus males; dejó de funcionar en 1932 con la inauguración del Hospital Civil, a donde se trasladó parte de su personal y equipo.
El Hospital Civil Se comenzó a construir en el mismo sitio que hoy ocupa en unos terrenos donados por la familia Valenzuela, durante el gobierno del Ingeniero Juan de Dios Bátiz, en los años 20's y fue terminado durante el mandato del General Macario Gaxiola.
El Hospital comenzó a funcionar antes de ser inaugurado oficialmente, a medio construir. La inauguración oficial se celebró el 16 de septiembre de 1932, por el Gobernador Macario Gaxiola, siendo su primer director Mario Camelo y Vega.
Sus inicios fueron muy modestos y el personal laboraba más por entusiasmo que por la paga, que era escasa y tardía. En el momento de su inauguración trabajaban, además del director, doctor Camelo y Vega, dos médicos más, el profesor Químico, Lucas Angulo Moraila, seis auxiliares de enfermeras, nueve afanadoras, dos camilleros, un velador, un secretario y una administradora. El nosocomio prestaba servicios de atención médica, quirúrgica y obstétrica gratuita a los enfermos de escasos recursos económicos de la ciudad y de los municipios cercanos, principalmente serranos.
Cabe señalar que el Hospital Civil del Estado - ese era su nombre en esa época- fue la primera gran obra, en materia de salud, realizada en el Estado de Sinaloa por el régimen revolucionario, que hay que decir, usufructuaba los hospitales, sanatorios y puestos asistenciales construidos en el Estado por el gobierno porfirista del General Cañedo.
Los Primeros Tiempos
En esa época el Hospital prestaba 15 consultas médicas gratuitas a la población menesterosa, siendo Culiacán una ciudad donde eran endémicas las siguientes enfermedades: El paludismo, la tuberculosis, la lepra, la tifoidea, la gonorrea, la sífilis, la amibiasis y otras parasitosis, la ciudad era azotada periódicamente por brotes epidémicos de viruela y sarampión que hacían estragos entre la población. La mortalidad infantil era grande y la esperanza de vida al nacer era de alrededor de 40 años. Las enfermedades respiratorias agudas (bronquitis, neumonías y bronconeumonías) constituían también una causa importante de enfermedad y muerte y con frecuencia se complicaban -entonces todavía no había antimicrobianos como sulfas o antibióticos- con empiemas y abscesos pulmonares que eran tratados mediante la realización de pleurocostotomía.
El Hospital Civil en sus primeras épocas, y prácticamente toda su vida, era una institución con muchas carencias, funcionaba entonces con una sola ala de edificios y un sólo quirófano, no contaba con laboratorio clínico, ni gabinete de Rayos X, apenas si contaba con una rudimentaria farmacia en la que su encargado, profesor Lucas Angulo, con más entusiasmo que recursos y "mística de servicio" que "dineros", preparaba medicamentos ordenados por los médicos, píldoras, jarabes, pomadas, linimentos y hasta inyecciones y sueros. No había anestesistas y la anestesia la daba por lo general, algún médico -en el mejor de los casos-, o bien la enfermera de más antigüedad y experiencia; consistía en la administración de éter o cloroformo mediante mascarilla "a chorro limpio" y se tenían muchos accidentes por el empleo de estos agentes anestésicos: en esos casos "los cirujanos y ayudantes interrumpían la operación y se aplicaban a la reanimación cardiopulmonar del enfermo, sudando la gota gorda" no se efectuaban transfusiones sanguíneas, porque no se disponía de personal capacitado, ni de los elementos para tipificar los grupos sanguíneos y el factor Rh y se temía el Shock por transfusiones de sangre incompatible.
En tiempos de calor, por no contar con aire acondicionado, la cirugía se programaba para realizarse durante la madrugada, entre las dos y las seis de la mañana. A pesar de que esas horas había más "fresco", el personal sudaba a chorros, virtiendo -a veces- sudor en plena cavidad abdominal abierta. No se contaba con sulfas, ni antibióticos para el pre o post operatorio. Los cuidados preoperatorios para una cirugía abdominal programada -apendicectomía, por ejemplo-, se aplicaba al paciente una purga antes de la intervención quirúrgica, después sólo se le permitía tomar líquidos que no excedieran de litro y medio (caldo, café, té, leche o agua). A partir del momento quirúrgico, ese paciente se mantenía sin tomar alimento durante 72 horas. "Y así venían las complicaciones".
En ese tiempo la cirugía tenía que realizarse con la mayor celeridad posible para evitar las complicaciones de la anestesia.
El Hospital se construyó conforme al modelo vigente en esa época, el francés u hospital de pabellones, sistema horizontal que tenía la ventaja de permitir una mejor ventilación -el terreno se encuentra en una pequeña colina- y al contar con jardines amplios con árboles y plantas diversas existía una mayor quietud y tranquilidad, amén de que era una construcción más segura en casos de incendio muy frecuentes en esos tiempos por el tipo de agentes anestésicos empleados; tenía, sin embargo, el gran inconveniente de la distancia para trasladar los pacientes del quirófano o sala de partos al pabellón, o cualquier otro sitio, exponiéndose a las inclemencias del sol o a la lluvia; sin embargo tenía también otra ventaja; la de disminuir las infecciones cruzadas, a diferencia de las actuales construcciones modernas, monobloques, verticales y cerradas que las facilitan.
El Culiacan De Entonces
El Culiacán de principios de los años treintas - cuando empezó a funcionar el Hospital Civil- era una pequeña ciudad, más bien un pueblo grande, tranquila, polvosa, con calles sin pavimentar, por donde no era raro que pasaran las vacas, burros, puercos y otros animales domésticos; sus límites se extendían al norte, donde hoy se encuentra el Hospital Civil, al sur la estación del tacuarinero, frente a la plaza Ley; al oriente, "La fabrica quemada", frente al actual Parque Constitución; al poniente, "La vaquita", donde hoy se encuentran las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). La ciudad tenía alrededor de 20,000 habitantes; con una superficie de 269 hectáreas, contaba con servicio de luz eléctrica, agua entubada y teléfono; no contaba con drenaje o alcantarillado; se comunicaba por tierra al norte y sur mediante ferrocarril sud-pacífico; el pueblo de Altata y Navolato, se comunicaba mediante el ferrocarril occidental de México, el "tacuarinero"; no se había construido aún la carretera internacional y los caminos eran intransitables por malos y peligrosos.
Por sus calles transitaban unos pocos automóviles y bicicletas; las típicas "arañas" constituían una forma de transporte muy popular en la localidad. El mercado Garmendia, era el único en su género en la ciudad y era de reciente construcción, vino a poner fin a una especie de Zoco que era un muladar. La única institución de educación media y superior era el viejo Colegio Civil Rosales; la vida cultural de la ciudad era raquítica; existía el Teatro Apolo - para esa época venido a menos -, que funcionaba también como cinematógrafo. La ciudad contaba con una sola biblioteca pública, la del Colegio Civil Rosales.
La vida económica de la ciudad dependía del comercio, los escasos empleos burocráticos -estatales y federales-, de los estudiantes que venían a estudiar al Colegio Rosales, y de algunos talleres y artesanías. Existía, por ese entonces el Banco de Culiacán S.A. que duró sólo unos pocos años y cerró sus puertas por quiebra de su matriz.
La vida en el Culiacán de esos tiempos era apacible y tranquila, apenas si sacudida por algún acontecimiento extraordinario, las algarabías estudiantiles y el carnaval. Las costumbres continuaban siendo las del Siglo XIX; al anochecer sus habitantes acostumbraban salir a sentarse en la puerta de sus casas a tomar el fresco y "meterle tijera" a todo el mundo.
En la ciudad, además del Hospital del Cármen y el Civil existía un dispensario antileproso. El de salubridad, tenía en Culiacan una delegación con juridicción para todo el estado. Esta delegación no efectuaba ninguna labor asistencial médica; se limitaba a efectuar campañas esporádicas de vacunación, algunas actividades de "medicina preventiva" y a la elaboración de estadísticas vitales, con base en la información que le proporcionaban los médicos particulares. Existían algunos sanatorios privados como el "Diego Redo", el del Dr. Cliserio García, el del doctor Mario Camelo y Vega, el Sanatorio "Batiz Ramos", fundado en 1936, el del "Sagrado Corazón de Jesús" (de los doctores Guemez Clouthier) y algún otro más.
Luces Y Sombras
Afines de la década de los 30's y principios de los 40's, llegó al Hospital Civil un grupo de médicos jóvenes encabezados por el Dr. Humberto Bátiz Ramos, quien sería director de la institución en un periodo de tiempo de mucha importancia para el funcionamiento de este nosocomio. Este grupo estaba integrado, además del doctor Bátiz Ramos, ya mencionado, por los doctores Espiridión Chávez López, Antonio Gaxiola Verdugo, Emigdio Flores Sarmiento, Otilio Castañeda Flores, José María Sánchez Rojo y el doctor Jesús Rodolfo Acedo.
Este era un grupo médico joven, de mucho empuje y con muchas ganas de cambiar viejas prácticas y modernizar el nosocomio. Ellos fueron los precursores verdaderos de la cirugía moderna y de prácticas gineco-obstétricas como la Cesárea y de la anestesia moderna, amén del laboratorio clínico.
En esa época existían muchos prejuicios e ignorancia - de lejos y profanos - con relación a la práctica de la Cesárea, incluso existía prohibición de realizarla por el clero local, considerada como una falta de fé en Dios.
Se señalaba que "la vida era obra de Dios y por lo tanto, el podía quitarla u otorgarla a voluntad de las parturientas en apuros". Para mayor dificultad la técnica anestésica era muy primitiva, dependía casi exclusivamente de la aplicación de coloroformo. Este grupo inició pues, la práctica de la Cesárea en el Hospital Civil; en ese tiempo la técnica que usaban era la de la Cesárea corporal, abriendo longitudinalmente la pared anterior uterina hasta permitir la extracción del producto. En este tipo de operación era abundante la pérdida de sangre para la madre y se complicaba, con frecuencia con ruptura uterina, por las contracciones uterinas en los partos posteriores; a pesar de ello, se lograba, con esta técnica, salvar muchas vidas que de otro modo se perderían irremediablemente.
Este grupo introdujo en el hospital la práctica de la asepsia y antisepsia moderna; la utilización de sulfas y antibióticos y de nuevas técnicas anestésicas, la introducciónd el laboratorio clínico, del gabinete de Rayos X y un trato más humano y justo con los pacientes. En esa época se amplió el Hospital y, este grupo preocupado por la superación de los médicos y demás personal, presentaban trabajos hechos por los propios médicos eminentes en las distintas especialidades, especialmente en las de cirugía y gineco-obstetricia de Guadalajara y ciudad de México, para que dieran conferencias y efectuaran demostraciones prácticas en el quirófano del nosocomio - que para entonces ya contaba con un cómodo mirador- todo lo cual redundó en el beneficio del personal del hospital, de los propios pacientes y de la institución que se prestigió.
En 1949, siendo presidente de la Cámara de Diputados, el doctor Humberto Bátiz Ramos, presentó un proyecto de ley para el Hospital Civil en el cual se establecían claramente sus normas de funcionamiento, el carácter público de la institución encaminada a proporcionar atención a los sectores más desposeídos de la población, a participar en la enseñanza de médicos, enfermeras y demás personal; el cambio de nombre que a partir de entonces se llamaría Hospital Civil de Culiacán, en lugar de Hospital Civil del Estado, como antes se llamaba; también se estableció que el hospital debería ser dirigido por un patronato conformado exprofeso.
En los años siguientes el hospital pasó por periodos diferentes en que alternaban buenas y malas administraciones, pero siempre la tónica fue la falta crónica de recursos económicos para funcionar adecuadamente. Después de la administración del doctor Fernando Uriarte que le dió un impulso importante a la institución, el hospital comenzó a declinar cada vez más hasta que a fines de la década de los 70's los problemas tocaron fondo y el hospital se vió prácticamente abandonado por el público que se daba cuenta de los problemas existentes que traía como consecuencia la mala calidad de la atención médica.
En este primer medio siglo de existencia del Hospital Civil de Culiacán, la institución tuvo diferentes directores que le imprimieron un sello personal en la dirección; sobresalen los doctores Mario Camelo y Vega -director fundador-, José Ma. Sánchez Rojo, Humberto Bátiz Ramos, Fernando Uriarte, Joaquín Duarte López, Demetrio Zamora Alve, Agustín Bravo Massó, Jorge Espinoza, Alberto Gonzalez Vega y Rigoberto Armienta Canizales.
Coordinacion Universitaria del Hospital Civil
A fines de la década de los 70's, los problemas del Hospital Civil habían - como ya hemos dicho- hecho crisis. El público no acudía al hospital; el personal no medico era muy mal pagado y se le imponían jornadas exhaustivas; a veces transcurrían varios meses antes de recibir su salario; los pocos médicos que aún quedaban se preocupaban más por los pacientes del ala de distinguidos y de llevarse pacientes a sanatorios particulares, quedando los enfermos hospitalizados al cuidado de los médicos internos que hacían lo que podían. El patronato había prácticamente desaparecido y el gobierno del estado se desatendía de sus obligaciones hacia el hospital.
Así las cosas, en 1977 se fundó la Escuela de Medicina de la Universidad Autónoma de Sinaloa, en los terrenos de la parte norte del hospital - antes, la Escuela de Enfermería se había trasladado a las instalaciones del antiguo Centro Dermatológico de Culiacán y posteriormente comenzó a funcionar la Escuela de Odontología en terrenos aledaños del mismo hospital- iniciando de inmediato sus actividades.
La naciente Escuela de Medicina, fundada por el doctor Carlos Zambada Senties y un grupo de médicos entusiastas, confrontó inicialmente muchas dificultades; el Colegio Médico y los grupos de profesionistas de la localidad la boicotearon y combatieron, aduciendo que no era necesaria la formación de más médicos y que esta escuela más que formar médicos tenía como finalidad sacar "agitadores" que ponían en peligro la sociedad; se le negó, por parte de las instituciones locales de salud, la posibilidad de realizar prácticas clínicas en sus instalaciones-campos clínicos-, por lo que hubo necesidad de enviar a sus alumnos de los ramos clínicos al Hospital Universitario de Puebla, a realizar su entrenamiento clínico.
Esta situación, al igual que la crisis que afrontaba el viejo Hospital Civil y con el acuerdo tácito del entonces gobernador del estado Alfonso G. Calderón y del director del hospital doctor Alberto González Vega, hizo que un grupo de avanzada en la Escuela de Medicina pasara a realizar actividades de atención médica, quirúrgica y obstétrica con el fin de realizar enseñanza práctica clínica a los alumnos de la Escuela de Medicina. La situación comenzó a mejorar tanto para el hospital como para la escuela; sin embargo los problemas internos de la escuela que culminaron con la salida del director Carlos Zambada Senties y la renuncia solidel Hospital, ha contribuido a su funcionamiento, muchos de sus médicos fueron maestros distinguidos en las aulas rosalinas; tres de sus rectores fueron a su vez médicos distinguidos o directores del Hospital Civil Humberto Bátiz Ramos, Jesús Rodolfo Acedo y Fernando Uriarte; El profesor Químico Lucas Angulo Moraila, fundador de la farmacia del Hospital, fué un distinguido maestro emérito de la institución rosalina; muchos de los químicos actuales hicieron sus prácticas en el hospital; lo mismo podemos decir de las enfermeras.
En la Actualidad con la formación y funcionamiento de la Coordinación Universitaria del Hospital Civil, la Universidad sirve de ejemplo en lo que respecta a la colaboración con el gobierno del Estado en el funcionamiento del hospital
Es mucho lo que se ha avanzado en el último decenio de su existencia, pero es más lo que se necesita avanzar para contar con un hospital digno. En la actualidad se han conseguido recursos de programas federales como el programa Nacional de Solidaridad que han servido para remodelar y equipar de manera modesta a la institución, lo cual nos estimula para seguir trabajando hombro a hombro, universitario y personal del gobierno del Estado. Es mucho lo que falta para crecer y con la lucha incesante de los universitarios y administración del Hospital Civil se trabaja en pos de la consecución de mayores recursos que permitan este crecimiento en el ámbito de la infraestructura y de los cuerpos académicos lo que influirá en una mejor atención para los pacientes que acuden en busca de atención médica al Hospital Civil de Culiacán; que en su gran mayoría son pacientes de escasos recursos económicos y que no tiene acceso a ningún régimen de seguridad social.
Antecedentes
La Coordinación Universitaria del Hospital Civil (CUHC), fue creada en 1982 como dependencia directa de Rectoría. Desde su creación, se le encomendó la función de “coordinar los campos clínicos de pregrado (licenciatura) de la Escuela de Medicina y de otras escuelas (Ciencias Químicas, Psicología, Trabajo Social y Enfermería) que realicen prácticas profesionales en los espacios del Hospital Civil de Culiacán y dar apoyo, dentro del marco universitario, a las funciones sustantivas académicas de docencia, investigación y difusión de la cultura en todos los niveles y ámbitos del área de las ciencias de la salud”.
En el periodo rectoral 1989-1993 se definió una estructura universitaria tal que el funcionamiento de la Coordinación Universitaria debía estar relacionada con la Coordinación General de Extensión de la Cultura y los Servicios, dado el carácter asistencial que entonces se le asignaba a la CUHC, sin comprender los demás propósitos funcionales de la Coordinación Universitaria del Hospital Civil : formar recursos humanos en el campo de pregrado y posgrado e impulsar la investigación biomédica, rasgos que le confieren su identidad esencial actual.
Bajo el acuerdo No 191 emitido el 1 de Febrero de 1990, el H. Consejo Universitario resolvió que los planes de estudio de las especialidades médicas, que administra y sostiene académicamente la Coordinación Universitaria, se validen por la UAS a través de la Escuela de Medicina (Anestesiología, Cirugía General, Oftalmología, Medicina Interna y Ginecología y Obstetricia), quedando sujetas a evaluación permanente y revisados y sancionados cada vez por el H. Consejo Universitario para valorar la pertinencia de su reedición.
El acuerdo emitido por el H. Consejo Universitario, en su sesión ordinaria del día 28 de Enero de 2011, celebrado en el recinto oficial ubicado a un costado de la Facultad de Medicina, acorde con lo previsto por la Ley Orgánica, la transformación de la Coordinación Universitaria a Centro de Investigación y Docencia en Ciencias de la salud (CIDOCS), en ese momento toma identidad propia como unidad e integrándose al Colegio de Ciencias de la Salud como una unidad más de dicho Colegio.
Los conocimientos e innovación en el área de salud se han multiplicado en nuestros días y la necesidad de contar con recursos humanos vigentes se ha convertido en un reto no solo para los propios profesionales, sino para las instituciones formadoras de estos. Esto demanda de nuevos enfoques y métodos para administrar los procesos emergentes requeridos para atender las necesidades asistenciales de salud de la población.
Los esquemas organizativos funcionales basados en la jerarquía y la especialización requieren de ser complementados con una implicación y desarrollo de las personas en los procesos básicos del quehacer institucional. Así los enfoques de gestión en los sectores de salud y educativo deberán de actualizarse y mantenerse al día para garantizar que la operación diaria está enfocada a la eficiencia y eficacia de los procesos que atienden las necesidades de la salud de la población, así como las de aprendizaje de los profesionales de la salud que se forman en la institución.