Rev Med UAS; Vol. 9: No. 4. Octubre-Diciembre 2019
ISSN 2007-8013
Gutiérrez-Arzapalo P.Y.1,*
DOI http://dx.doi.org/10.28960/revmeduas.2007-8013.v9.n4.001
*Autor de correspondencia: Dra. Perla Yareli Gutiérrez Arzapalo.
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A nivel mundial, se considera que el mayor aporte de conocimiento científico se genera en el área académica y en investigación básica financiado por los gobiernos; esto contribuye al desarrollo tecnológico y económico de los países, impulsando la innovación, avance y mejoramiento académico1.
Algunos de estos problemas de apoyo a la investigación en México generalmente son a nivel nacional. Por un lado, la alta concentración de investigadores y académicos en un número diminuto de centros de investigación o facultades; además no existen condiciones y contratos comparables entre instituciones públicas a nivel nacional, los datos oficiales y las investigaciones más recientes permiten conocer el perfil de este sector en México y compararlo con otros países, por ejemplo como sí existen en Brasil, Estados Unidos, Canadá o algunos países de Europa; la investigación goza de apoyos y condiciones insuperables, esto está generando desde hace varios años la migración de científicos con una gran formación y experiencia, que lastimosamente no es valorado por nuestro gobierno.
“En Alemania, Holanda y otros países europeos las universidades regionales negocian su presupuesto con los gobiernos y comunidades de negocios locales sobre la base del impacto que tienen sus actividades en el crecimiento económico local2,3,4 y países como Canadá buscan desarrollar los modelos y políticas adecuadas para obtener rendimientos económicos de la investigación en universidades5,6. Investigadores en el mundo han desarrollado sofisticados métodos para medir y modelar el impacto de la inversión en ciencia y tecnología sobre la innovación y el crecimiento económico3,7,8.
Esta situación es a causa de que el gasto total en Ciencia y Tecnología en México se ha mantenido prácticamente igual durante las últimas décadas, entre 0.38 y 0.5% del PIB, a pesar de leyes y de programas, sólo se invierte el 2% en el Gasto de Investigación Científica y Desarrollo Experimental (GIDE).
La mayor parte de proyectos de investigación científica básica la llevan a cabo las Instituciones de Educación Superior públicas seguida por los centros CONACYT y en tercer lugar los Centros de Investigación de los diversos sectores, cual corresponde al 97.5% de productividad, el 2.5% restante es de las instituciones privadas en dicha actividad científica.
La educación en México y en Latinoamérica sigue en su mayor parte, sin crear programas significativamente funcionales en el desarrollo de la investigación, sin saber los efectos en la calidad de la formación docente y en la capacidad de como universidad para contribuir al bienestar económico y mejoramiento social.
Además de la voluntad política e institucional, académicamente hablando, hará falta una comprensión clara de los procesos que determinan el desarrollo de avances institucionales y organizacionales necesarias para impulsar la investigación científica en el país.
Referencias