Rev Med UAS
Rev Med UAS; Vol. 14 No. 4. Octubre-Diciembre 2024
ISSN 2007-8013
Carlos Ernesto Mora-Palazuelos1*, Jorge Adrián Ramírez de Arellano-Sánchez2
*Autor de correspondencia:Carlos Ernesto Mora-Palazuelos
Eustaquio Buelna 91. Col. Burócrata C.P. 80030. Culiacán Rosales, Sinaloa, México.
Correo electrónico carlospalazuelos@uas.edu.mx ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1748-0760
DOI http://dx.doi.org/10.28960/revmeduas.2007-8013.v14.n4.001
Formato PDFRecibido 11 de junio 2024, aceptado 25 de septiembre 2024
La mortalidad materna sigue siendo alarmantemente alta. En el 2020, aproximadamente 287,000 mujeres perdieron la vida durante embarazo o el parto. De estas muertes, el 95% se registraron en países de ingresos bajos y medianos bajos, a pesar de que la mayoría podrían haberse evitado1. Las principales causas de la mortalidad materna, responsables del 75% de todas las defunciones son: hemorragias graves, infecciones (generalmente después del parto), hipertensión arterial (preeclampsia y eclampsia), complicaciones en el parto y abortos peligrosos2.
Abordar la mortalidad materna es responsabilidad ineludible del Estado, el cual debe garantizar un acompañamiento integral a través de los sistemas de salud y el sistema educativo. Esto implica formar una alianza con los padres de familia para educar a sus hijos de manera efectiva. Este esfuerzo conjunto es crucial desde el inicio de la vida sexual de las adolescentes, mediante la implementación de campañas de educación sexual, el acceso a métodos anticonceptivos, la planificación familiar y, cuando sea necesario, servicios seguros para la interrupción legal del embarazo. Además, es fundamental proporcionar un seguimiento integral posterior al aborto, asegurando siempre la intervención de profesionales capacitados.
Las mujeres de escasos recursos y de zonas remotas enfrentan mayores barreras para acceder a servicios de salud de calidad. En estas áreas, la disponibilidad de profesionales calificados sigue siendo limitada, lo que agrava la falta de atención adecuada durante el embarazo. Es fundamental priorizar un control prenatal oportuno que permita identificar factores de riesgo como enfermedades preexistentes, sobrepeso y obesidad, embarazos múltiples y edades maternas de riesgo, como en adolescentes o mujeres mayores de 35 años3. Estas condiciones aumentan la probabilidad de embarazos de alto riesgo, que requieren un seguimiento especializado por parte de equipos multidisciplinarios.
Por lo anterior, garantizar la atención integral y oportuna en estas comunidades y en general a toda la población, no solo podrá disminuir la brecha en la mortalidad materna, sino que también promueve el bienestar de las futuras madres y los recién nacidos, siendo un paso esencial hacia la equidad en salud y el desarrollo social.
Referencias